Palitos unidos entre sí. A veces grandes, a veces minúsculos.
Curvas que forman dibujos sin sentido.
Cuadraditos que se juntan para no sentirse solos.
Letras. Letras que forman palabras.
Palabras… poderosas palabras.
Una palabra puede cambiar el mundo, una palabra te puede cambiar la vida. Una palabra lo cambia todo.
Hace que salga el sol en un día de cielos oscuros y tenebrosos.
Hace que el sol se oculte entre nubarrones espesos, fuera de la vista.
Una palabra cambia tu mundo, te cambia radicalmente.
No somos conscientes del poder de las palabras.
Diminutas y frágiles, pero a la vez eternas e inquebrantables.
Palabras. Palabras que expresan ideas.
Ideas que permanecen, que no se borran con el tiempo. Eternas.
Silencio. Silencio que ensalza las palabras. Palabras que nos hacen ser lo que somos.
Somos lo que decimos. Somos nuestras palabras.
Bonitas, crueles, duras, sensuales…
Palabras huecas. Agujeros negros, almas errantes en busca de significado.
Significado. Alma. Nuestra alma se nos escurre en nuestras palabras. En lada letra, cada sílaba, cada palabra entregamos nuestra alma, nuestro ser.
Palabras escritas, habladas, soñadas, imaginadas, pensadas…
Disfraces de mil colores y formas. Mil y un sonidos, mil y un alma.
La palabras tienen el significado que queremos darles. No son dañinas. Inocentes palabras. Almas malditas que las poseen.


Por todas esas palabras. Esas almas que pude conocer y que nunca olvidaré. Esas personas que permanecen, eternas, por sus palabras.