… hasta el punto de que comparas tu vida con él"; o “La imaginación: ¿juego de niños o tortura de una mente demasiado gris?"

Memorias de Idhún es un libro que te cambia la vida. Sí, sí señores, tal como lo oyen. Tanto que incluso llegas a comparar a tu novio con Kirtash, ese chico de mirada azul congelada y penetrante que aunque nunca expresa sus sentimientos hacia la heroína (entiéndase que no hablamos de drogas), siente algo muy profundo por ella y se lo demuestra… bueno, dándose el piro cada vez que tiene oportunidad (pero aún así lo siente, ¿eh? Que no os engañe su actitud de cabrón sin escrúpulos).

Sí, así de triste y aburrida es mi vida. Tanto que me encantaría tener dos novios, un dragón de ojos verdes y corazón caliente (en todos los sentidos) [ahora que lo pienso tengo un claro candidato a este papel] y una serpiente voladora de ojos azules que solo con rozarte hace que te estremezcas de arriba abajo [si sabéis de alguno mandadlo para acá]. ¡Qué máquina es esta Victoria! La tía no pierde el tiempo.

En fin, soy un poco patética. Lo sé. Pero bueno, en esos momentos tan… grises, lo único que da un poco de color a tu vida son tus sueños y la imaginación (que a veces se desboca un poco la pobre. Es por darle tanta libertad *suspiro*). Quiero que me echen un bote de pintura por encima: verde, rojo, azul, amarillo, naranja, rosa, morado. Quiero acabar de una vez por todas con esta mediocridad. Quiero no saber qué va a pasar mañana. Quiero vivir de verdad. No sentir que algo que no sé definir, describir, que ni siquiera estoy segura de que exista, me presione el pecho a todas horas. Quiero no desear y tener lo deseado. Lo quiero todo, menos lo que tengo.

- ¿Crisis existencial?
- Cada día de mi vida.
- ¿Depresión?
- ¿Acaso existe algún otro sentimiento?
- ¿Mediocridad?
- No existe nadie más patética que yo.

Y mi única vía de escape es tumbarme en la cama mirar el techo salpicado de estrellas adhesivas fluorescentes y soñar, imaginar que esta no soy yo, que esta no es mi vida.