Wolf's rain
El paraiso.
Ese sitio tan... escurridizo.
¿Qué es el paraiso? ¿Qué coño hay allí?
Sabemos lo que NO hay: lágrimas, dolor, tristeza, muerte.
Pero entonces... tampoco hay: risa, esperanza, felicidad, vida.
Todo lo que buscamos en esta vida, todo lo que la hace interesante no está allí.
A riesgo de parecer masoquista diré que pienso que el dolor, la tristeza y la muerte no son malos, para nada. Al menos, no tan malos como la gente normalmente los pinta.
¿Nos aferrariamos tanto a la vida si no hubiera muerte?
¿Reiríamos hasta no poder respirar, si supieramos que más tarde el dolor hará que lloremos hasta secarnos?
¿Verdaderamente seríamos felices si no hubiera tardes negras, nubladas y frías de tristeza?
La muerte, el dolor y la tristeza son parte de la vida. Parte de nosotros. Está en nuestra persona, en nuestra esencia. ¿Por qué intentar arrancar una parte de tí mismo? ¿Te arrancarías el corazón, un brazo, una pierna? ¿No te sentirías incompleto, asimétrico?
La vida es dolor. La vida es tristeza. La vida es muerte.
Y ahora... ¿de verdad seguirías buscando el paraiso cuando sabes que lo que hay allí no es vida, ni muerte, ni nada de lo que conoces, de lo que eres?
Yo ya no busco el paraiso. Ya no busco ir sola a donde no conozco. Prefiero sentir alegría y dolor, reír y llorar, vivir y morir. Pero no sola. Junto al resto del mundo. Aquí. Ahora. Para siempre. Hasta que muera. Y ese día solo será un día más. No un día para llorar o sentir dolor o tristeza. Un día en que puedes quedarte en la cama todo lo tarde que quieras. Eso es para mí la muerte. Ese es mi paraiso.
Ese sitio tan... escurridizo.
¿Qué es el paraiso? ¿Qué coño hay allí?
Sabemos lo que NO hay: lágrimas, dolor, tristeza, muerte.
Pero entonces... tampoco hay: risa, esperanza, felicidad, vida.
Todo lo que buscamos en esta vida, todo lo que la hace interesante no está allí.
A riesgo de parecer masoquista diré que pienso que el dolor, la tristeza y la muerte no son malos, para nada. Al menos, no tan malos como la gente normalmente los pinta.
¿Nos aferrariamos tanto a la vida si no hubiera muerte?
¿Reiríamos hasta no poder respirar, si supieramos que más tarde el dolor hará que lloremos hasta secarnos?
¿Verdaderamente seríamos felices si no hubiera tardes negras, nubladas y frías de tristeza?
La muerte, el dolor y la tristeza son parte de la vida. Parte de nosotros. Está en nuestra persona, en nuestra esencia. ¿Por qué intentar arrancar una parte de tí mismo? ¿Te arrancarías el corazón, un brazo, una pierna? ¿No te sentirías incompleto, asimétrico?
La vida es dolor. La vida es tristeza. La vida es muerte.
Y ahora... ¿de verdad seguirías buscando el paraiso cuando sabes que lo que hay allí no es vida, ni muerte, ni nada de lo que conoces, de lo que eres?
Yo ya no busco el paraiso. Ya no busco ir sola a donde no conozco. Prefiero sentir alegría y dolor, reír y llorar, vivir y morir. Pero no sola. Junto al resto del mundo. Aquí. Ahora. Para siempre. Hasta que muera. Y ese día solo será un día más. No un día para llorar o sentir dolor o tristeza. Un día en que puedes quedarte en la cama todo lo tarde que quieras. Eso es para mí la muerte. Ese es mi paraiso.
La flor elegirá al lobo y el lobo elegirá a la flor. La flor mostrará al lobo el camino del paraiso. Este abrirá sus puertas y entonces el fin del mundo llegará. Todo lo que el haya tenido lo perderá, no se podrá llevar nada ni a nadie de los que ama allá al sitio que su corazón anhela.
¿Y yo te pregunto: en serio merece la pena?