<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d27936134\x26blogName\x3dL3nor3\x27s+Hideout\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://l3nor3s-hideout.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://l3nor3s-hideout.blogspot.com/\x26vt\x3d-1484409629104694555', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Desert... 28 de junio de 2007 |

Llegó el verano. Esa época del año tan… desierta. Calor. Kilómetros y kilómetros de calles desiertas que se desdibujan formando figuras que confunden los sentidos. Los cuerpos pesan. Se te secan las palabras en la boca. Es una estación tan… desierta.


Sí. Estás solo. En verano. Todos se van. Todo acaba en verano. Todos parten hacia el paraíso. Esas playas llenas de fabulosos amigos que solo ves una vez al año y con los que compartes noches interminables de helados deliciosos y del arrullo de las olas. ¡Ay! Bueno ¿Y tú qué? Te quedas en el desierto. Sola. La marginada. Y todos volverán contando mil y una aventuras y te mirarán compadeciéndose de ti. Estabas sola. ¿Cómo pudiste sobrevivir al desierto?


Lo más curioso es que no se puede sobrevivir al desierto. El desierto te atrapa. Una vez estás dentro no puedes salir. Todo se convierte en un espejismo.

En el desierto estás tú, solo tú. Y a veces no hay peor compañía que la tuya misma. Es difícil convivir con los demás, pero más difícil es convivir con uno mismo. Por eso el desierto saca lo peor de ti. No tienes ningún sitio al que ir, nadie con quién hablar, no hay escapatoria. Solo arena… y tú.


En verano nadie puede salvarme de mí misma. Nadie. El verano saca lo peor de mí. En verano todos sin excepción deberían irse. Dejarme sola. No quiero ver a nadie. No quiero TENER que ver a nadie. ¿Por qué? En verano me rebelo contra mí misma. Contra lo que he estado construyendo durante todo el año. En verano tabula rasa. Todo se borra y solo quedo yo. Solo yo. En el desierto. Caminando sin rumbo hasta que llega el otoño. Y entonces es cuando miras atrás y sientes alivio porque ya pasó. Y sientes miedo porque sabes que volverás… al desierto.
No quiero alejarte de mí, pero estoy tan cansada, tan aburrida…