Sentir que lo haces todo mal.
Intentar remediarlo.
Hacer las cosas todavía peor.
Recibir críticas que sabes que solo son por tu bien.
Intentar no venirte abajo en un momento así.
Intentar mejorar.
Ver que no puedes.
Hundirte hasta lo más hondo de tu miseria.
Y ver la luz tan lejos…
Tan lejos…
Crees que no podrás salir de allí.
No sabes cuanto tiempo tardarás.
Y mientras estás ahí abajo.
Sola. Angustiada.
Incluso la tristeza sería un sentimiento más agradable.
Te sientes tan mal…
Lo llevas todo por dentro.
Nadie debe notar nada.
Eres solo fachada.
El edificio se derrumba por dentro.
Y a veces sientes que también la fachada se viene abajo.
Intentas mantenerla en pie.
Se cae. Se cae.
Y durante un momento todo se derrumba.
Todo sale a la luz.
Y nadie parece darse cuenta.
Toda la oscuridad sale hacia fuera y nadie lo nota. Nadie. ¡¡¿¿Nadie??!!
Y deseas que alguien lo hubiese notado.
Eres demasiado orgullosa para pedir ayuda, pero si te la ofrecen…
Si alguien te tiende una mano no dudarías ni un segundo en tomarla, pero tu nunca pedirás que te la tiendan. Nunca.
Y bueno, te encierras otra vez en ti misma. Levantas otra vez esa fachada, ese muro que te separa del resto del mundo. Que separa tu alma de todo lo demás.
Y nadie parece notarlo…
Y tú no pedirás ayuda…


Me ahogo. Mi alma se ahoga debajo de mi piel. Pero el orgullo es demasiado fuerte. Pienso, quiero pensar que no necesito a nadie, que saldré de todo esto yo sola.